Utilizando los pozos de gas natural, los operadores turísticos replican en verano una práctica de los primeros habitantes de la isla. Encender el agua salada con una pequeña antorcha y ver por unos segundos una ola en llamas es uno de los panoramas más insólitos y, a la vez, más fascinantes que ofrece una pequeña isla, 34 kilómetros al oeste de Tirúa, en la VIII Región. Los habitantes de isla Mocha lo llaman "encender el mar".
El lugar, conocido por años por sus leyendas de piratas y tesoros escondidos, cuenta entre sus secretos con pozos de gas natural que ahora están siendo utilizados por los operadores turísticos como atractivo.
Desde su descubrimiento en 1544, los habitantes de esta pequeña isla han cocinado sus alimentos yendo hasta la orilla de la playa y cavando en la arena hoyos de pocos centímetros, que luego prenden con una mecha, sin necesidad de madera.
El origen de este fenómeno era desconocido hasta la década del 80, en que Enap realizó diversos estudios y prospecciones pensando encontrar petróleo, pero el resultado fueron dos pozones de gas natural. El descubrimiento trajo consigo una explicación científica a una costumbre que los mochanos realizan hace siglos.
OPORTUNIDAD TURISTICA
Ahora el fenómeno también es utilizado para atraer a los turistas. Hernán Neira, dueño del lodge Punta Norte, lleva a sus visitantes hasta el sector del Faro Viejo, en el lado este de la isla.
Ahí, aprovechando las emanaciones que salen en forma de pequeñas burbujas en la arena, instala botellas para concentrar el gas y luego prende fuego con una antorcha. El resultado es una fogata en medio de la playa.
"Fue algo que descubrimos producto de los mochanos que nos contaron cómo sus antepasados realizaban estas pequeñas fogatas en la arena. Ubicamos los lugares donde existe mayor concentración de gas, lo que se nota por el olor, y comenzamos a realizarlo", explica.
Claro que esto no sólo se hace en la playa. Este espectáculo también se puede realizar en el mar. Para ello deben esperar que la marea baje y que las olas revienten: "Al formarse la espuma queda una gran cantidad de gas. Les prendemos fuego a las burbujas y se produce este fenómeno especial, en que se 'incendia' y se ve la ola enroscar con llamas. Son como los géiseres, pero de fuego".
UN MINUTO DE FUEGO
El fenómeno dura casi un minuto. Ello basta para sorprender a los más de 50 visitantes que han llegado este verano al lodge. Christopher Wells (24) llegó desde Viña del Mar hasta la isla para pescar y allí encontró el espectáculo: "Ver el mar con fuego es raro, y cuando lo prenden uno se maravilla. No tenía idea que una cosa así se podía hacer en Chile".
Para realizarlo, Neira cuenta que se necesitan de ciertas condiciones especiales, pues el viento no debe superar los 20 nudos y el mar debe presentar marea baja. Es por ello que la actividad sólo se puede realizar a altas horas de la noche o durante la madrugada. "Esto es cuando la isla quiere mostrarlo, no es siempre, porque tiene mucho que ver con diversos factores climáticos", explica.
Pero no sólo las antorchas de gas atraen a quienes quieran conocer la isla. Durante el verano llegan los llamados birdwatchers, que se internan en la Reserva Nacional para aprovechan la existencia de más de 120 especies de aves.
A ello se suman los pescadores deportivos y quienes disfrutan del trekking: senderos en los que predominan bosques de olivillos y arrayanes y que se mezclan con las vertientes que surten de agua a la población.
Desde su descubrimiento en 1544, los habitantes de esta pequeña isla han cocinado sus alimentos yendo hasta la orilla de la playa y cavando en la arena hoyos de pocos centímetros, que luego prenden con una mecha, sin necesidad de madera.
El origen de este fenómeno era desconocido hasta la década del 80, en que Enap realizó diversos estudios y prospecciones pensando encontrar petróleo, pero el resultado fueron dos pozones de gas natural. El descubrimiento trajo consigo una explicación científica a una costumbre que los mochanos realizan hace siglos.
OPORTUNIDAD TURISTICA
Ahora el fenómeno también es utilizado para atraer a los turistas. Hernán Neira, dueño del lodge Punta Norte, lleva a sus visitantes hasta el sector del Faro Viejo, en el lado este de la isla.
Ahí, aprovechando las emanaciones que salen en forma de pequeñas burbujas en la arena, instala botellas para concentrar el gas y luego prende fuego con una antorcha. El resultado es una fogata en medio de la playa.
"Fue algo que descubrimos producto de los mochanos que nos contaron cómo sus antepasados realizaban estas pequeñas fogatas en la arena. Ubicamos los lugares donde existe mayor concentración de gas, lo que se nota por el olor, y comenzamos a realizarlo", explica.
Claro que esto no sólo se hace en la playa. Este espectáculo también se puede realizar en el mar. Para ello deben esperar que la marea baje y que las olas revienten: "Al formarse la espuma queda una gran cantidad de gas. Les prendemos fuego a las burbujas y se produce este fenómeno especial, en que se 'incendia' y se ve la ola enroscar con llamas. Son como los géiseres, pero de fuego".
UN MINUTO DE FUEGO
El fenómeno dura casi un minuto. Ello basta para sorprender a los más de 50 visitantes que han llegado este verano al lodge. Christopher Wells (24) llegó desde Viña del Mar hasta la isla para pescar y allí encontró el espectáculo: "Ver el mar con fuego es raro, y cuando lo prenden uno se maravilla. No tenía idea que una cosa así se podía hacer en Chile".
Para realizarlo, Neira cuenta que se necesitan de ciertas condiciones especiales, pues el viento no debe superar los 20 nudos y el mar debe presentar marea baja. Es por ello que la actividad sólo se puede realizar a altas horas de la noche o durante la madrugada. "Esto es cuando la isla quiere mostrarlo, no es siempre, porque tiene mucho que ver con diversos factores climáticos", explica.
Pero no sólo las antorchas de gas atraen a quienes quieran conocer la isla. Durante el verano llegan los llamados birdwatchers, que se internan en la Reserva Nacional para aprovechan la existencia de más de 120 especies de aves.
A ello se suman los pescadores deportivos y quienes disfrutan del trekking: senderos en los que predominan bosques de olivillos y arrayanes y que se mezclan con las vertientes que surten de agua a la población.
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